Ignacio Pimentel escuchó asombrado cuanto su amigo le decía. Oscar Montalbán hablaba con acento vago, como si todo cuanto decía careciera en absoluto de importancia, pero lo cierto es que no ignoraba la trascendencia de sus palabras. Hizo una pausa sin que Ignacio le interrumpiera, dio una fuerte chupada a la pipa que tenía entre los dedos y reanudó la conversación de esta manera.